Marquesado del Zenete
Un conjunto de tierras surcadas por la historia
Junto a la Comarca de Guadix existen otras comarcas, teselas de un inmenso tapiz variopinto y pintoresco, natural y cultural. Tierras surcadas desde la Prehistoria que conservan asentamientos testigos del devenir de las culturas, las civilizaciones y la historia.
Entre ellas destaca el Marquesado de Zenete y la Comarca del Río Nacimiento, tierras sorprendentes en las que que conviven paisajes variopintos que van desde el desierto al vergel, así como la huella de civilizaciones diferentes que han ido superponiéndose y creando estratos culturales a lo largo de la historia.
Riqueza ambiental, paisajística y natural
Zenete o Cenete deriva de la palabra árabe ‘sened’, que significa “ladera” y hace alusión a la enorme muralla natural de Sierra Nevada elevada sobre el altiplano. Impresiona esta imagen cuando se accede a esta comarca desde la Hoya de Guadix con sus cárcavas arcillosas y, repentinamente, surgen al fondo de su inmensa llanura las cumbres nevadas de la sierra.
Esta comarca tuvo gran importancia en la antigüedad como lugar de paso entre la costa y el interior peninsular, como lo atestiguan las vías romanas que la surcaron y las fortalezas que jalonaban su recorrido. Pero, sobre todo, fue su riqueza minera, sus plantaciones de moreras, su abundante agua y la calidad de sus pastos ganaderos lo que la convirtió en un apetecible territorio.
Atravesamos numerosos arroyos cristalinos que se despeñan por la encrespada orografía de la vertiente norte de Sierra Nevada, formando, todos ellos, la cabecera del Río Nacimiento, que da nombre a una de las comarcas de Andalucía más ricas en historia y paisajes. Desde las cumbres nevadas del Almirez y los Peñones del Mediodía hasta las cárcavas tortuosas de su cauce bajo, el Río Nacimiento es puro contraste entre los cortados de la sierra y los llanos del piedemonte, entre los bosques de pino y encina, y las desoladas ramblas arenosas.
En su recorrido final, el Río Nacimiento rodea el extremo oriental de Sierra Nevada, donde el agua, el naranjo y la palmera componen -con el blanco caserío escalonado- una estampa de gran exotismo.